¿Recuerdas tus propósitos del 2023? ¿Los llegaste a cumplir? Si la respuesta a alguna de esas preguntas es “no”, sabrás que no pierdes nada con intentarlo otra vez… pero de manera diferente. Si tu respuesta es “sí”, te felicito. Seas del primer grupo o del segundo, te presento cuatro ideas que pueden servirte de inspiración para trabajar este 2024.
1. Menos RED y más SOCIAL: VISITAR A MIS SERES QUERIDOS.
Antes de iniciar el año, será importante valorar cuánto tiempo le dedicas al celular (en algunos dispositivos puedes obtener el dato buscando en Ajustes→ Bienestar digital); y cuánto tiempo de calidad le reservas a las personas. En el libro “Apaga el celular y enciende tu cerebro”, el autor menciona que “el ser humano necesita el contacto cara a cara para desarrollar las relaciones íntimas y profundas que le ayudan a preservar su calidad de vida psicológica y física”, incluso cita el autor que visitar a los seres queridos regularmente reduce probabilidades de padecer síntomas depresivos[1]. Para reducir el uso de pantallas, dos estrategias sencillas son: 1. Quitar las notificaciones: Que seas tú quien decida cuándo ingresar a la red social. 2. Desinstalar o al menos quitar de la pantalla principal aquellas aplicaciones que desees reducir su uso.
2. Menos EXPLOSIÓN y más “QUÍMICA”: GESTIONAR MI ENOJO DE FORMA ASERTIVA.
Muchos padres se preguntan por qué sus hijos “son” inseguros o agresivos; al indagar más sobre la situación aquellos adolescentes me reportan: “cuando mi mamá se enoja, me dice que soy un (inserte aquí la primera grosería que se le vino a la mente)”. Si bien la situación no es tan simple, los padres repercuten enormemente en la autoestima del hijo y esos momentos de enojo pueden hacer tanto daño. Es muy fuerte y cierto que “las personas que pueden hacernos el máximo bien, son también aquellas que pueden causarnos el dolor más grande, que pueden dañarnos del modo más cruel e infligirnos heridas que no cicatrizan.”[2] Así que aprender a gestionar las emociones será algo fundamental para que haya una buena “química” con nuestros seres queridos. No está mal enojarse, lo malo es lo que hacemos al respecto. Gary Chapman[3] describe al enojo como aquella luz roja que parpadea en el auto; indica que algo necesita de inmediata atención. Como acciones concretas, pueden estar: 1. Respirar lento junto con un pensamiento relajante. 2. Indagar la verdadera razón del enojo. (La terapia psicológica puede ser de gran ayuda). 3. Enfocarse en la solución real.
3. Menos PERFECCIONISMO y más ACEPTACIÓN: APRENDER DE MIS ERRORES.
Ricardo Peter postula que la existencia del hombre no está determinada por lo sucedido, sino por lo que el hombre decide hacer de lo sucedido.[4] Esto es importante tener presente ya que en muchas ocasiones podemos ser nuestros peores verdugos; sin embargo, el problema no termina ahí: Es común observar que cuando se tiende al perfeccionismo, se es también perfeccionista con la propia familia. La gravedad del asunto es que por buscar “el bien”, se puede llegar a dañar al ser más amado. Para prevenirlo, se tiene que empezar por uno mismo: 1. Ver los errores como una oportunidad de aprendizaje. 2. Perdonarme. Al tenerme compasión, podré también brindarla al prójimo.
4. Menos QUEJA y más AGRADECIMIENTO: AGRADECER CADA DÍA.
Agradecer los actos que hacen para contigo -o tan solo sentirte agradecido la presencia del otro- ayudará a relacionarte con personas cercanas que puedan incluso opinar de forma distinta. De modo profético, el libro de “Vicios y Virtudes” expresa un dilema de la sociedad contemporánea ubicada en dos posturas: la polarización (étnica, religiosa, etc.) y la homogeneización superficial; y propone la autenticidad como la posible solución[5] para mejorar las interacciones sociales. Agradecer te ayudará a vivir cada día de forma auténtica, más receptiva a las maravillas que acontecen a cada instante.
¿Podrías sentirte agradecido por 100 cosas en un día? Un reto interesante será, en un día, cada hora, por 10 horas, agradezcas 10 cosas: Te estás bañando… puedes sentirte feliz por el agua caliente, por sentir en sí, por tener jabón…; en la comida habrá muchas otras cosas que agradecer, incluyendo las personas con las que compartes el pan y todos los involucrados para que el alimento llegue a tu mesa; y así, cada hora, diez cosas. Fácilmente podrías llegar a los 100. Haz la prueba y te darás cuenta de que con ese acto sencillo puedes vivir mucho más feliz y, por ende, hacer felices a los que te rodean.
Habrá propósitos más sencillos que otros de realizar. De cualquier forma, recuerda que siempre puedes pedir ayuda.
Guadalupe Galván, 2023.
[1] Muñoz, P. (2023). “Apaga el celular y enciende tu cerebro”. Harper Enfoque, pp. 108.
[2] Buttiglione, R. (1991). “El hombre y la familia”. Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, pp. 146.
[3] Chapman, G. (1999). “El enojo. Cómo manejar una emoción poderosa de una manera saludable”. Portavoz, pp. 29.
[4] Peter, R. (2010). “El milagro es aceptarnos. Manual de Terapia de la Imperfección”. Asociación Internacional para la Terapia de la Imperfección, pp. 69.
[5] Ortega, A. (2011). “Vicios y virtudes”. El Arca, pp. 156
Artículo también publicado en: https://www.marcafamilia.com/publicaciones/resoluciones-para-iniciar-a%C3%B1o/
1. Menos RED y más SOCIAL: VISITAR A MIS SERES QUERIDOS.
Antes de iniciar el año, será importante valorar cuánto tiempo le dedicas al celular (en algunos dispositivos puedes obtener el dato buscando en Ajustes→ Bienestar digital); y cuánto tiempo de calidad le reservas a las personas. En el libro “Apaga el celular y enciende tu cerebro”, el autor menciona que “el ser humano necesita el contacto cara a cara para desarrollar las relaciones íntimas y profundas que le ayudan a preservar su calidad de vida psicológica y física”, incluso cita el autor que visitar a los seres queridos regularmente reduce probabilidades de padecer síntomas depresivos[1]. Para reducir el uso de pantallas, dos estrategias sencillas son: 1. Quitar las notificaciones: Que seas tú quien decida cuándo ingresar a la red social. 2. Desinstalar o al menos quitar de la pantalla principal aquellas aplicaciones que desees reducir su uso.
2. Menos EXPLOSIÓN y más “QUÍMICA”: GESTIONAR MI ENOJO DE FORMA ASERTIVA.
Muchos padres se preguntan por qué sus hijos “son” inseguros o agresivos; al indagar más sobre la situación aquellos adolescentes me reportan: “cuando mi mamá se enoja, me dice que soy un (inserte aquí la primera grosería que se le vino a la mente)”. Si bien la situación no es tan simple, los padres repercuten enormemente en la autoestima del hijo y esos momentos de enojo pueden hacer tanto daño. Es muy fuerte y cierto que “las personas que pueden hacernos el máximo bien, son también aquellas que pueden causarnos el dolor más grande, que pueden dañarnos del modo más cruel e infligirnos heridas que no cicatrizan.”[2] Así que aprender a gestionar las emociones será algo fundamental para que haya una buena “química” con nuestros seres queridos. No está mal enojarse, lo malo es lo que hacemos al respecto. Gary Chapman[3] describe al enojo como aquella luz roja que parpadea en el auto; indica que algo necesita de inmediata atención. Como acciones concretas, pueden estar: 1. Respirar lento junto con un pensamiento relajante. 2. Indagar la verdadera razón del enojo. (La terapia psicológica puede ser de gran ayuda). 3. Enfocarse en la solución real.
3. Menos PERFECCIONISMO y más ACEPTACIÓN: APRENDER DE MIS ERRORES.
Ricardo Peter postula que la existencia del hombre no está determinada por lo sucedido, sino por lo que el hombre decide hacer de lo sucedido.[4] Esto es importante tener presente ya que en muchas ocasiones podemos ser nuestros peores verdugos; sin embargo, el problema no termina ahí: Es común observar que cuando se tiende al perfeccionismo, se es también perfeccionista con la propia familia. La gravedad del asunto es que por buscar “el bien”, se puede llegar a dañar al ser más amado. Para prevenirlo, se tiene que empezar por uno mismo: 1. Ver los errores como una oportunidad de aprendizaje. 2. Perdonarme. Al tenerme compasión, podré también brindarla al prójimo.
4. Menos QUEJA y más AGRADECIMIENTO: AGRADECER CADA DÍA.
Agradecer los actos que hacen para contigo -o tan solo sentirte agradecido la presencia del otro- ayudará a relacionarte con personas cercanas que puedan incluso opinar de forma distinta. De modo profético, el libro de “Vicios y Virtudes” expresa un dilema de la sociedad contemporánea ubicada en dos posturas: la polarización (étnica, religiosa, etc.) y la homogeneización superficial; y propone la autenticidad como la posible solución[5] para mejorar las interacciones sociales. Agradecer te ayudará a vivir cada día de forma auténtica, más receptiva a las maravillas que acontecen a cada instante.
¿Podrías sentirte agradecido por 100 cosas en un día? Un reto interesante será, en un día, cada hora, por 10 horas, agradezcas 10 cosas: Te estás bañando… puedes sentirte feliz por el agua caliente, por sentir en sí, por tener jabón…; en la comida habrá muchas otras cosas que agradecer, incluyendo las personas con las que compartes el pan y todos los involucrados para que el alimento llegue a tu mesa; y así, cada hora, diez cosas. Fácilmente podrías llegar a los 100. Haz la prueba y te darás cuenta de que con ese acto sencillo puedes vivir mucho más feliz y, por ende, hacer felices a los que te rodean.
Habrá propósitos más sencillos que otros de realizar. De cualquier forma, recuerda que siempre puedes pedir ayuda.
Guadalupe Galván, 2023.
[1] Muñoz, P. (2023). “Apaga el celular y enciende tu cerebro”. Harper Enfoque, pp. 108.
[2] Buttiglione, R. (1991). “El hombre y la familia”. Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, pp. 146.
[3] Chapman, G. (1999). “El enojo. Cómo manejar una emoción poderosa de una manera saludable”. Portavoz, pp. 29.
[4] Peter, R. (2010). “El milagro es aceptarnos. Manual de Terapia de la Imperfección”. Asociación Internacional para la Terapia de la Imperfección, pp. 69.
[5] Ortega, A. (2011). “Vicios y virtudes”. El Arca, pp. 156
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