Conociendo mis emociones
Imagínate que estás en quinto de primaria, tienes en tus manos un vaso lleno de agua. No hay profesor en el aula y quieres cruzar el salón. Avanzas cuidando que tu vaso no se desparrame, pasas junto a tus compañeros… ¿Qué pasa? ¿Qué harán ellos?
Un artículo con el título de “The emotional cup” llegó a mis manos relatando esta historia, en la que decía que probablemente sus compañeros lo empujarían, que incluso quizá nosotros también lo haríamos, aunque sea de broma.
Un artículo con el título de “The emotional cup” llegó a mis manos relatando esta historia, en la que decía que probablemente sus compañeros lo empujarían, que incluso quizá nosotros también lo haríamos, aunque sea de broma.
Cada vez que nos encontramos ante una frustración, vamos llenando nuestro “vaso emocional”. Que nos despertó el coche ruidoso del vecino, no salió agua caliente, que el camión no pasaba… con cada episodio se va llenando nuestro vaso. En el libro “Alto al Bulying”, Andrew Matthews (2012) cuestiona ¿Qué tienes tú para que seas el blanco de ofensas? y él mismo responde: ¡Nada! Y le doy toda la razón, la violencia no se justifica. Agrega el autor algunas acciones para protegerse. El manejo de las emociones es -siguiendo con la teoría del Vaso Emocional- una forma de prevenir situaciones de violencia.
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Y para saberlas manejar, el primer paso es “La habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud” (Mayer y Salovey, 1997). Inspirada en estas ideas y en las ya conocidas caritas estampadas o en forma de termómetro refiriéndose al “¿Cómo me siento?” diseñé la siguiente herramienta:
Conocer nuestro termómetro emocional nos ayuda a relacionarnos mejor. En la adolescencia sabíamos que cuando “mamá estaba de buenas” era momento de pedir permiso. Pero llegamos a olvidarlo en nuestras relaciones cotidianas, intentando comunicarnos cuando alguna de las partes “está en rojo”.
Es importante cuestionarnos: ¿Qué siento? ¿En qué parte de mi cuerpo lo siento? ¿Cuál es el recorrido de la emoción en mi cuerpo? Responder esas preguntas ayudará a tomar el siguiente paso: “bajarle rayitas a nuestro enojo”. Hay ocasiones en las que nos cuesta definir con palabras cómo nos sentimos. Por ello, esta herramienta sirve desde los primeros años de vida hasta la vejez, pues cada uno podrá identificar en "su idioma" (caritas, números, colores o palabras) cómo se siente. |
Una actividad interesante sería reunirse en familia semanalmente para preguntarse: ¿Cómo te sientes hoy? Se sorprenderán de los resultados.
Referencias:
Mathews, A. (2012). Alto al Bullying. México: Alamah
Mayer, J. D. y Salovey, P. (1997) What is emotional intelligence? En P. Salovey y D. Sluyter (Eds). Emotional Development and Emotional Intelligence: Implications for Educators (pp. 3-31). New York: Basic Books.